La Nochebuena en Mallorca no solo está regada de platos especiales, regalos, turrones y villancicos. Existe una ceremonia, la Misa del Gallo, en la isla conocida como Matines, que marca el inicio de las fiestas navideñas. Esta misa católica es una de las más esperadas y significativas para la comunidad mallorquina, que la noche del 24 de diciembre se congrega en las iglesias para participar de este ritual litúrgico que conmemora el nacimiento de Jesús de Nazaret.
La ceremonia de les Matines empieza a última hora de la tarde o a medianoche y es especial por su emotividad y el fervor que suscita entre los feligreses. En la Catedral de Mallorca (La Seu), uno de los lugares más emblemáticos donde disfrutar de este oficio religioso, la Misa del Gallo da comienzo a las 23 h con el Sermó de la Calenda, un sermón que pronuncia un niño o niña y que narra el nacimiento de Jesús. Tras una eucaristía presidida por el obispo de Mallorca, Sebastià Taltavull, llega el momento del conmovedor Cant de la Sibil·la, que consiste en la recitación de profecías sobre el nacimiento del Mesías y el Juicio Final. Un niño o niña es quien interpreta este canto profético en tono solemne. La música, la vestimenta y la liturgia contribuyen a crear una experiencia única que transporta a los fieles a tiempos pasados.
El Cant de la Sibil·la, una tradición que solo pervive en Mallorca y Cerdeña, se remonta a la Edad Media y fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2010. Otro de los lugares más concurridos para presenciar el Cant de la Sibi·la en la víspera de Navidad es el Santuari de Lluc, donde un integrante de Els Blauets –así se denomina popularmente la Escolania de Lluc, el coro más antiguo de la isla– entona a partir de las 19 h el canto de origen medieval y melodía gregoriana ante la expectación de decenas de asistentes.
Dulce despedida de la Nochebuena
Después de la Misa del Gallo, la tradición mallorquina dicta que es hora de disfrutar de otro elemento distintivo de la cultura local: las ensaimadas, a menudo acompañadas de chocolate caliente. Familias y amigos se reúnen para prolongar la celebración y la comunión compartiendo este dulce, símbolo de la Navidad. Fue a partir de 1940 cuando se extendió esta costumbre. Entonces, no eran habituales las cenas copiosas en Nochebuena y todos los esfuerzos iban destinados a preparar la comida de Navidad.
Una de las cafeterías más preciadas por los mallorquines para saborear este día una deliciosa taza de chocolate junto a una ensaimada o quarto es Can Joan de s’Aigo, en pie desde el 1.700. En la actualidad, dispone de un local en la calle Baró de Santa María del Sepulcre, otro en calle Sindicat y un tercero en la calle Can Sanç.