Hay recetas que por su aroma, color y sabor merecen un reconocimiento especial. Hablamos, por ejemplo, del famoso tumbet mallorquín, una sinfonía de hortalizas de temporada cocinadas de la forma más sabrosa posible que da lugar a un plato exquisito y alegre que se puede acompañar de otros ingredientes como lomo de cerdo, huevos o pescado.
El tumbet se elabora a partir de berenjenas, pimientos rojos y patatas que se cortan en rodajas finas (los pimientos, en cuadrados) y se fríen a buena temperatura (no más de 180°) en aceite de oliva virgen extra. Más tarde, se disponen en capas (primero la patata, después la berenjena y, finalmente, los pimientos) en una cazuela de barro (la típica greixonera mallorquina), a las que se les va añadiendo una cantidad generosa de salsa de tomate casera. Tú también puedes prepararla con algunos tomates maduros, sal, pimienta, pimentón, ajos, una pizca de azúcar moreno (para quitarle la acidez) y un buen chorro de aceite.
La clave para conseguir un tumbet de diez es la calidad de la materia prima y respetar los tiempos de cocción. Para que no sea excesivamente graso, el aceite debe mantener una buena temperatura (ni muy caliente ni demasiado frío). Hay quienes optan por utilizar el horno para reducir las grasas del plato y conseguir una versión más saludable. Elijas la opción que elijas, el resultado es una explosión de sabor en la que cada bocado te transportará directamente al campo mallorquín. ¿Quieres más motivos? Se puede comer tanto frío como caliente, sin que eso afecte a su calidad. También puedes consumirlo como entrante (normalmente, contiene solo vegetales) o como plato principal (servido con carne o pescado). Aunque no forma parte de la receta tradicional, en algunos locales y casas se prepara también con calabacín. ¿Preparado para una experiencia culinaria inolvidable?
